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Portada de Tengo derecho a destruirme, obra del escritor Young-Ha Kim. Fuente. |
Así que esto es lo que les digo: no son las cientos de razones por la que no podemos ser artistas, si no la única por la que debemos serlo la que nos convierte en artistas. El porqué no podemos ser algo no es lo importante. La mayoría de los artistas lo son por esa única razón. Cuando sacamos el diablo de nuestro corazón y empezamos a crear nuestro arte propio, los enemigos llegan desde fuera. En general, tienen la cara de nuestros padres. A veces se parecen a nuestras parejas, pero no son ni nuestros padres ni nuestras parejas. Son diablos. Diablos. Vinieron a la Tierra transformados brevemente para evitar que seamos artísticos, que nos convirtamos en artistas. Y tienen una pregunta mágica. Cuando decimos: "Creo que voy a intentar actuar, hay una escuela de arte dramático en el centro comunitario", o "Me gustaría aprender canciones en italiano", nos preguntan: "Ah ¿sí?, ¿una obra?, ¿para qué?" La pregunta mágica es: "¿Para qué?". Pero el arte no es para algo. El arte es el objetivo final. Salva nuestras almas y hace que vivamos más felices. Nos ayuda a expresarnos y a ser felices sin la ayuda del alcohol o las drogas. Así que la respuesta a una pregunta tan práctica como esta es: tenemos que ser atrevidos. "Bueno, para divertirme. Lo siento por pasarlo bien sin ti", es lo que deberíais decir. "Voy a hacerlo de todas formas". Imagino un futuro ideal donde todos tenemos múltiples identidades, por lo menos una de las cuales es la de un artista.
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